En el valle del Itata, a principios del siglo XX las cuelchas (trenzas de pajas de trigo) y chupallas eran confeccionadas a mano por mujeres de la zona con diversas técnicas. La introducción de tecnología causó un cambio: a mediados del siglo XX se introdujo al país máquinas de coser importadas desde Alemania, logrando incrementar la producción de chupallas con un fin utilitario de protección del sol.

Desde ese momento la confección y comercialización de la chupalla se convirtió en una labor eminentemente masculina, y la máquina pasó a ser una pieza fundamental del artesano. La técnica de costura se transmitió de padres a hijos.  Se estima que hoy en Ninhue, principalmente al sur de la comuna, existen unos 60 chupalleros, de los cuales unos 30 mantienen activos sus emprendimientos artesanales, rescatando una tradición.